miércoles, 8 de junio de 2011

-----Insignificante-----


Cada día que pasa me doy más cuenta que el ser humano quiere vivir tan deprisa que se queda sin tiempo y empieza a dejar de vivir. Me encuentro en una ciudad en la que se pierde la noción del tiempo, nada vale nada si no es dinero, todo se mueve en horas tiradas o bien en el trayecto de casa a tu trabajo o tirando el tiempo haciendo que se trabaja. No solemos valorar el tiempo que es lo único que realmente nos pertenece, no lo podemos comprar ya que al nacer nos asignaron nuestra hora final. Queremos vivir tanto que contamos la vida por horas, días, meses y años, pero nos volvemos a olvidar de lo insignificante, de lo pequeño, de la base de nuestra existencia, como se nos ha podido olvidar que lo que realmente importa son los segundos, si, parar a pensar todo lo que nos sucede en un segundo.

Desgraciadamente me di cuenta sin querer que realmente lo que importa son los segundos, todo este tiempo pensando que la vida tenía una medida más grande, pero no es así. Todos mis recuerdos bailan en segundos de placer, felicidad, amor, diversión, odio y tristeza entre otros sentimientos. Ahora que estoy tan lejos daría lo que fuera por tener algunos segundos que tuve y no aprecie mientras los estaba viviendo.

Recuerdo ese segundo de abrir una cerveza entre las risas y júbilos de mis amigos de siempre en aquella pequeña tasca de barrio, si la del ultimo barrio con su serrín en el suele, ese fuerte olor a “chacina”, con su insoluble camarero que te está poniendo un pincho con su puro en la boca mientras se limpia los mocos con la mano libre, aquel que se siente a gusto de tenernos entre su habitual clientela de marginados de la sociedad y putas cuarentonas que buscan un polvo fugaz para sentirse menos solas en su vida destrozada por los errores del pasado. Durante ese segundo puedes ver en los ojos de quien te rodea la felicidad de sentir que estamos juntos, que da lo mismo estar en un restaurante o en un simple tugurio de barrio para disfrutar de los más simple que es una cerveza que destapas en un segundo con la gente que te quiere y que tú quieres.

No es el único segundo que añoro, recuerdo aquel que te vi la última vez, si, en el que me dices adiós, las despedidas nunca son buenas pero también son segundos, recuerdo que aquella mañana pasamos mucho juntos, pero solo recuerdo el punza miento profundo en mi pecho, cuando te mire a los ojos y nos dijimos adiós, tantos años de alegrías, tristezas, confidencias y cariño resumidos en un segundo que nos distancio en el espacio para no juntarnos más, ese es mi segundo de tristeza el que te dedico y guardo con agrio cariño.

Me viene a la cabeza aquel recuerdo de miedo intenso, que correteaba por todo mi cuerpo echándose carreras con la razón para ver quien se apoderaba antes de él, desde los dedos de los pies hasta el último punto de mi largo y negro pelo. Hay estaba yo en un aeropuerto, perdido como siempre, pero esta vez fue algo especial. Estaba con casi toda mi vida repartida entre 3 maletas, mis recuerdos de una vida vivida e ilusiones por empezar una nueva, rodeado de gente que no me entendía ni yo a ellos, un letrero que intuía que me llevaría a la salida para poder fumarme un cigarro que suavizara mi estado de ánimos. Allí con una señal de prohibición a mi lado mientras que fumaba los ojos encharcados se iban vaciando lentamente pensando en lo que dejaba atrás y en un tiempo que no volvería a recuperar, la tristeza de necesitar algo de lo que tenía y a mucho que lo buscara no lo podría encontrar ni abrazado a aquella señal que me prohibía todo lo que me calmaba en aquel momento o en cualquier parte entre esos 14 millones de habitantes que serían mis vecinos en aquella fría y gris ciudad.

Aquellos ojos que un día me hicieran perderme hacia el camino de la sensatez, todavía a día de hoy sigo soñando despierto con tus ojos, tanto cuando reías hasta cuando te hacia enfadar cuando prestaba caso cero a todo lo que me decías. Recuerdo la última noche que compartimos, los mire fijamente mientras me intentabas calmar porque andaba algo acojonado por el cambio, tú insistías una y otra vez que podría y tenías razón, voy pudiendo con ellos. Cada vez que miraba tus ojos allí tumbados los dos, me volvía a dar cuenta de todo lo que te quise y de lo que te seguía queriendo, en aquel segundo mientras que miraba tus ojos paso por mi cabeza desde el momento exacto en el que te conocí hasta el día que nos dijimos “Hasta aquí hemos llegado”. Sé que ya nunca más volveremos a compartir ciertas cosas que en un pasado hicimos, pero seguirás hay guardando y ocupando el segundo de Amor de mi cabeza.

Ya paso tiempo desde esto, llegar a casa como siempre, del trabajo cansado y con dos cervezas de mas, todo lo malo calmaba al ver en la segunda puerta por la derecha lo único que tenía reunido en un mismo sofá, bueno realmente eran dos pero tan próximos que acaban formando un único sofá. Siempre al llegar la parada era obligatoria, por lo menos pa saludar y expresar el día tan fugazmente que no diera a cambiar muchas palabras. Era como insisto, tenía calculado el tiempo desde la entrada hasta la puerta, en el momento justo todos desviaban la mirada de la televisión para preguntarme pro el día, ese tiempo que nunca valore, mis ansias de independencia, anarquía y rebeldía me hicieron tirar un tiempo que nunca más volverá a mas que ansié tenerlo. Era un segundo de tranquilidad que me ofrecía gratuitamente, ese es mi segundo de cariño y tranquilidad, que disfruto cuando me lo permite la vida pero en sofás alejados y separados en distintas habitaciones esta vez.

Tengo un segundo marcado a hierro en mi memoria, es el de la desolación, ha pasado tantísimo tiempo de aquello que a día de hoy sigue haciendo que me entumezca y se escapen las lágrimas que por nadie tire tan a menudo. Aquella vez a la llegada, aquella estación vieja perdida en el corazón de la ciudad, el frio asfalto la envolvía entre los sonidos estridentes y ruidosos de los coches, todo era muy diferente a otras veces que llegaba a aquella plaza de conde casal, sentado en la ventanilla a la izquierda del autobús, era el primer viajes después de un tiempo, era la primera vez que llegaba a la ciudad y no había nadie esperando, yo seguía mirando aquella esquina donde habituaba a estar esperándome pero esta vez a mucho que yo esperara nadie iba a ir a por mí. Allí estaba en aquella esquina con mis maletas perdido, esperando ya a la nada, mi cabeza me decía que nunca más pero mi corazón ansiaba con cada latido que viniera a por mí, pero nunca más ahora si quiero que me espero tengo que ir yo, y quien espera a las respuestas soy yo sin ningún resultado sentado enfrente inquieto que solo de vez en cuando me calma cuando duermo. Es la desolación de querer que pase algo que ansias pero que desgraciadamente aunque me tire toda la vida en aquella esquina nunca volverá a irme a recoger.

Hay que aprovechar segundo a segundo sin dejar que se escapen, porque la vida es un camino empedrado de horas, minutos y segundos, pero yo más humilde soy, que quiero que el último suspiro de un segundo me lleve mecido hasta el siguiente…

Iriaso


jueves, 26 de mayo de 2011

-----Me ekivoke-----

Lo siento me ekivoke de blog XD esta semana os pondre aqui una entradita que ya tengo preparada un saludo.

Iriaso

martes, 17 de mayo de 2011

-----Un abrazo-----



Hace algún tiempo estuve comentando lo que era la búsqueda de la felicidad y si la encontraría con algún tipo de pautas que me estaba marcando. Estaba equivocado con su hallazgo pero no con las maneras dado que a día de hoy creo haberla encontrado.
Hace ya 5 meses que cambie de residencia, me dispuse a salir de la tierra donde me acogieron para criarme en busca de nuevas experiencias y así demostrarme a mí mismo alguna que otra cosa, con una maleta y poco más de 1000 euros me dispuse a pegar el salto y cambiar de país. Decidí irme al Reino unido, tenía algún que otro problema aparte del económico en aquel país, dando por hecho mi escaso nivel de inglés lo tenía algo crudo, recuerdo el día antes de irme todos los miedos me golpeaban la cabeza una y otra vez, no paraba de mirar en aquella fría noche a la nada fumando sin parar, intentaba que en aquel humo fuera capaz de encontrar alguna respuesta a todos mis fantasmas, ay que decir que me suavizaron mucho intentando calmarme antes de irme. Recuerdo una conversación que a todo lo negativo que intentaba sacar a mi pequeña aventura me los cambiaban por lo contrario a mis pensamientos, diciéndome tranquilizándome y animándome, pero yo era incapaz de ver algo positivo a todo eso y era presa de mis propios nervios mezclados con el miedo del salir. Al final dio la hora de irme, con una lagrima en los ojos por la nostalgia de dejar a tanta gente aquí me subí aquel avión de “Low Cost” para dirigirme a un país que lo único que sabía de él era que todo iba al revés del mundo.
Los primeros días, por no decir el primer mes, fue bonito y bastante duro, todo era nuevo a mis ojos aquello me motiva pero a la hora de intentar expresarme, de comunicarme con el medio donde estaba inmerso me hundía poquito a poco en un charco que para mi cabeza era muy grande, ya una vez encontrado una manera para poder comer, pareció que el primer objetivo estaba siendo realizado, aunque bueno, no era el trabajo soñado ni al que estaba acostumbrado en España, pero si era una manera de ganarme la vida y poder ir cogiendo poco a poco algo de soltura con el idioma. Allí la gente empezó a ayudarme para que fuera cogiendo más vocabulario y así hacer mi vida algo más fácil allí.
Ya salvado el tema económico la tranquilidad me mecía en cierta parte por mi cuerpo, pero había otros aspectos en los cuales nunca pensé, ya que nunca me tenía que haber enfrentado a ellos, era la soledad. Rodeado de casi 14 millones de habitantes, me sentía solo, la rutina, la cual nunca me ha gustado, me comía día a día, despertarme para ir al trabaj0o acabar y volver a casa, no era más día a día segundo a segundo era cada día igual al anterior, las horas sentado en aquella habitación mugrosa, con ratones y un colchón que si era yo su 4 habitante era un gran milagro, me hacían sentirme más pequeño y desgraciado. En cierto modo me sentía a gusto porque parte de los objetivos los tenía cumplidos, que era llegar a un país desconocido y conseguir trabajo, y como no, intentar aprender el idioma que tanto me había costado en la infancia. Allí era cuando mi mente recordaba las palabras tanto de mis padres como del resto de familiares, que una y otra vez me decían “Aprende el inglés que te abrirá todas las puertas del mundo” y yo a sus sabias palabras solo pensaba en irme a la hora de inglés a tomar una cerveza o a casa a dormirme la siesta antes de tiempo. Aunque eso ya estaba siendo solucionado, mi idioma mejorando día a día a base de pegar patadas a la gramática del idioma y a su respectivo diccionario, me seguía faltando algo. Poco a poco empecé a ganar confianza y abrirme al resto de personas, empecé hacerme algún amiguillo que otro que algunas tardas y noches distraían mi mente cerrada en su propia desdicha, pero seguía faltándome algo.
Después de 5 meses he vuelto a mi casa por una semana, no hay que mencionar que hoy estoy de vuelta y escribo estas líneas en el interminable viaje en bus hacia el aeropuerto. Una vez en casa mi estado cambio totalmente, se dibujó una sonrisa en mi cara y una tranquilidad me recorría cada rincón de mi cuerpo por muy oscuro y profundo que estuviera. Ese reencuentro con tanta gente, esa cara de felicidad que se les puso al volverme a ver, no tiene precio, la sorpresa de tenerme y de querer tenerme a su vera me sirvió para darme cuenta que ya sabía lo que me faltaba en aquellas tardes de soledad en el mugroso colchón, me faltaba mi gente, la cual entre tanta gente no encontré ni encontrare en ningún lado del mundo. Ha ido pasando la semana a cambios constantes de ritmo, mucha gente por ver pasar con ellos un rato y gozar una vez más de sus presencia hacia que el tiempo volase a su lado y fuera más lento en el momento de espera por verles. Mucha gente pocos días, es lo malo, pero de todos ellos he aprovechado cada segundo por igual todos para mi importantes por eso me vieron esos días, no voy a mentir, aunque todos me encanto verles y estar con ellos, pero, siempre hay alguien más especial que otros, los cuales deseabas tener más tiempo y ese tiempo siempre es poco a mucho que pases con ellos, sabéis a lo que me refiero porque todos tenemos creo los mismos valores en este aspecto, son la familia y a los que consideramos familia, esos que pase lo que pase siempre están ahí para darte un interminable abrazo y soportan tu cabeza perdida.
En esos abrazos reencontrados fue lo que me hizo darme cuenta de lo que me faltaba y lo que me hizo plantearme aquella pregunta hace tiempo atrás ya. He tenido que sentirme solo, cosa que nunca me había pasado en el país, para darme cuenta de que era feliz y nunca llegue a darme cuenta, no soy feliz con las cosas materiales como creía, eso solo fomenta la estupidez de la persona y hacen sentirte vacío, aunque en tu cara se dibuje una falsa felicidad por dentro el abismo del vacío se apodera de ti, la manera de ser feliz no lo consigue una persona por si cuenta sino que los que nos rodean hacen que hallemos aquello que siempre quisimos. Un abrazo sí, es todo lo necesario en esta vida para tener todo lo que necesitamos. Muchas veces no nos damos cuenta cegados por la ignorancia, despreciamos algunos gestos que en principio carecen de valor alguno pero realmente son los que necesitamos para que latido a latido podamos seguir.
Algunos de esos abrazos me hacen bastante duro el retorno aquel país entre agua, ya que como dije me gustaría que nunca acabaran, pero me espera otro fragmento de tiempo allí para terminar de cumplir todo lo propuesto y una vez y cumplido todo lo que me plantee en su día regresare, con la cabeza alta, feliz y en paz conmigo mismo, que era algo que buscaba desde hace tanto tiempo que me cegaba con la ignorancia y no me dejaba de disfrutar, ya una vez que todo haya acabado me dará lo mismo que haya un día más, como dice una canción:
"Que si yo soy el que cae primero, bajo la guadaña no me pongáis suero,
Me conformo con haber vivido, con haberos conocido, recordar bien lo que os digo”

Iriaso

martes, 15 de febrero de 2011

-----Una Mirada, Un Mundo-----

Aquí me tienes sentado en un rincón, mirando fijamente a la nada. El silencio se apodera de mi cuerpo, mente y de mi alrededor. Solo rompe el frio silencio un sonido que emerge de la cocina, muy despacio me levanto con la mirada fijada en la nada, sin nada que me moleste a la vista en aquella densa oscuridad. Me acerco a la cocina, el sonido era el timbre del microondas avisándome que mi café ya estaba listo. Ya aprovecho y enciendo un cigarro en la cocina, ya que en la habitación molesta a mi compañera, no paro de pensar en nada y la nada se apodera de mí vaciando poco a poco los pensamientos que ayer me asustaban y que hoy carecen de importancia. Empiezo a ver como poco a poco se escapa el calor del café, ay encima de la encimera esperando a ser injerido por mi, que espere que solo le alargo la agonía de ser un recuerdo de mi paladar. Apuro el cigarro, mi mano va derecha a ese vaso de café casi frio pero caliente, tal y como me gusta, el primer sorbo me empieza a animar un poco, ya empieza a despuntar el día en aquella ciudad perdida. Voy de nuevo hacia aquella habitación al final del pasillo. Un habitáculo de poco más de 10 metros cuadrados, con su ventana mirando hacia el este, su pequeño armario muy cerca de la puerta, un escritorio lleno de garabatos y esbozos de algún día de inspiración, una silla usada a la vez de perchero donde la ropa tomaba su asiento y la cama, aquella cama, en apariencia normal, sus cuatro patas, un cabecero de tono caoba el cual se encontraba enfrente de la ventana para no perder ni un rayo del alba y con su colchón de poco más de un metro.

Poso el café sobre el escritorio, ladeo la silla para sentarme en ella dejando la ropa sobre los esbozos y dando compañía al café.

Mirando hacia aquella cama empiezo a notar que la persiana deja pasar un rayito de sol, descubriendo a mis ojos la nada que tanto me daba que pensar. Bajo aquel rayo se encontraba una fina silueta, una sábana cubría su desnudo cuerpo. No sé porque me ha dado por fijarme en sus pies, imagino porque es la primera parte cuerpo, tiene un pie fuera de la sabana dejando descubierta la pierna que le sigue.

Sin seguir pensando en la nada, sin dejar de mirar aquella pierna, mi mano autómata se dirige a por el café a ver si acabo abriendo los ojos para continuar mirando la silueta medio oculta en la cama. Mi vista empieza a trepar por su pierna, dando paso a su pequeña y cuidada cintura, ya tapada, dejando volar la imaginación de mis ojos que no paran de mirarla memorizando milímetro a milímetro cada parte de ella. Una vez acabado con cado uno de los milímetros sigue caminando por aquel cuerpo, ya esta vez despojado de la sabana, dejando al aire a mis ojos aquel delicado cuerpo, frágil como la porcelana y suave como el cristal.

Voy llegando poco a poco al final, mis ojos de nuevo se detienen, examinando todo, lo que la noche anterior descubrí con mi cuerpo ahora lo guardo con mis ojos, sus senos me atrapan y me conducen a la locura, no son muy voluptuosos pero lo perfectos para mí en ellos guarda la vida que algún día querré y el soporte para mis sollozos cuando no sé qué hacer.

Noto en mi boca el final de un vaso, me quedo atontado esperando encontrar más café en mi mano que ya dio a su final, aquella agonía que le alargue, torna dando fin a sus días en forma de café. Sin apartar la vista mirando aquella nada, me voy incorporando para llevar aquel vidrio en forma de vaso a la cocina, por el pasillo mi mente sigue en la habitación, no puedo comprender porque no paro de pensar, de imaginar, de soñar con aquel ángel tumbado en la cama. Inertemente al umbral de la cocina me enciendo un cigarro, el humo empieza a dibujar en el aire aquella silueta, cada bocanada de aire contaminado va formando aquella mujer, empezando por los pies y acabando en el último punto de mi vista, aquellos hipnóticos senos. Mientras se consume el cigarro en la habitación empieza a existir movimiento, un leve bostezo de la habitación camina por el pasillo en busca mía. Allí se queda el cigarro mirando mientras se consume la silueta de humo que dejo su rastro.

Allí estaba encima de la cama, mirando a la puerta, grandes ojos todavía adormilados, mirándome. Sin apartar la mirada de sus ojos empecé a andar hacia ella, con voz tímida me daba los buenos días a la par de incorporarse para desperezarse. Otra vez la imagen se sus senos a la vista, mas grandiosos aun, al extender los brazos y estirarse del letargo de la noche. Después de volver en mi me arrodille a los pies de la cama, con la mano derecha la acaricie el pelo mientras se lo apartaba de la cara, por fin, después de toda la mañana analizándola desde la silla cada milímetro de su cuerpo, he llegado a ver su cara. Nunca tanta belleza se ha visto junta, cara estilizada, labios carnosos destacando, ojos, bueno, ojos todavía a medio abrir. Me quede mirándola cada vez más cerca suyo, ella me lo decía todo con su mirada penetrante, solo supe acercarme a su oído y susurrarla: “Buenos días mi amor”, mientras pronunciaba la última palabra mis labios iban derechito a los suyos, cerrando el susurro en un beso de buenos días.

Después de volver a desayunar juntos en la cama, entre risas y juegos, toco separarse. Ella fue a la ducha dejando un aroma a pétalos a cada paso que daba. Yo me dirigí a la cocina, aprovechando que tenía que llevar los enseres del desayuno aproveche a malgastar mi salud entre humos. Mi cabeza tenía una disputa mental, nunca antes me había pasado eso, pensar tanto en una persona, quien sabe quién será la que estaba en la cama, Una más? La ultima? Un juego? Quien sabe las preguntas flotan en el ambiente dejándose ver a la vista de los demás, ese sentimiento nuevo o reencontrado, seguramente de aquella vez que renegué de él apartándolo en un húmedo cajón, pero ha vuelto a salir. Quien sería esa persona de la cama, que mis pensamientos atonta, mis ideas roba y de ilusiones me llena. Después de algún tiempo hablando, allí estaba, largo viaje para encontrarnos, pero ay estábamos yo en la cocina y ella en la ducha. Lo único claro es que el momento era ahora, no podía pararme a pensar, tenia en la otra punta de la casa una bella joven que me quería y quien sabe si no es ella la ultima, la manera es tirar a delante. Paso un rato de reloj, la conversación conmigo mismo ya a tocado su final, se hizo el silencio en mi cabeza.

Después de agonizar el último tiro de aquel cigarro me fui derecho a la ducha, donde estaba mi pequeña sirena. En vez de sorprenderse me invito a entrar con ella, fui sin pensarlo mucho. Ya una vez dentro, con aquella cortina de agua tibia regando nuestras cabezas, la dije al oído:

” ¿Te he dicho hoy que eres lo más bonito del mundo y lo que más quiero?”.