martes, 15 de febrero de 2011

-----Una Mirada, Un Mundo-----

Aquí me tienes sentado en un rincón, mirando fijamente a la nada. El silencio se apodera de mi cuerpo, mente y de mi alrededor. Solo rompe el frio silencio un sonido que emerge de la cocina, muy despacio me levanto con la mirada fijada en la nada, sin nada que me moleste a la vista en aquella densa oscuridad. Me acerco a la cocina, el sonido era el timbre del microondas avisándome que mi café ya estaba listo. Ya aprovecho y enciendo un cigarro en la cocina, ya que en la habitación molesta a mi compañera, no paro de pensar en nada y la nada se apodera de mí vaciando poco a poco los pensamientos que ayer me asustaban y que hoy carecen de importancia. Empiezo a ver como poco a poco se escapa el calor del café, ay encima de la encimera esperando a ser injerido por mi, que espere que solo le alargo la agonía de ser un recuerdo de mi paladar. Apuro el cigarro, mi mano va derecha a ese vaso de café casi frio pero caliente, tal y como me gusta, el primer sorbo me empieza a animar un poco, ya empieza a despuntar el día en aquella ciudad perdida. Voy de nuevo hacia aquella habitación al final del pasillo. Un habitáculo de poco más de 10 metros cuadrados, con su ventana mirando hacia el este, su pequeño armario muy cerca de la puerta, un escritorio lleno de garabatos y esbozos de algún día de inspiración, una silla usada a la vez de perchero donde la ropa tomaba su asiento y la cama, aquella cama, en apariencia normal, sus cuatro patas, un cabecero de tono caoba el cual se encontraba enfrente de la ventana para no perder ni un rayo del alba y con su colchón de poco más de un metro.

Poso el café sobre el escritorio, ladeo la silla para sentarme en ella dejando la ropa sobre los esbozos y dando compañía al café.

Mirando hacia aquella cama empiezo a notar que la persiana deja pasar un rayito de sol, descubriendo a mis ojos la nada que tanto me daba que pensar. Bajo aquel rayo se encontraba una fina silueta, una sábana cubría su desnudo cuerpo. No sé porque me ha dado por fijarme en sus pies, imagino porque es la primera parte cuerpo, tiene un pie fuera de la sabana dejando descubierta la pierna que le sigue.

Sin seguir pensando en la nada, sin dejar de mirar aquella pierna, mi mano autómata se dirige a por el café a ver si acabo abriendo los ojos para continuar mirando la silueta medio oculta en la cama. Mi vista empieza a trepar por su pierna, dando paso a su pequeña y cuidada cintura, ya tapada, dejando volar la imaginación de mis ojos que no paran de mirarla memorizando milímetro a milímetro cada parte de ella. Una vez acabado con cado uno de los milímetros sigue caminando por aquel cuerpo, ya esta vez despojado de la sabana, dejando al aire a mis ojos aquel delicado cuerpo, frágil como la porcelana y suave como el cristal.

Voy llegando poco a poco al final, mis ojos de nuevo se detienen, examinando todo, lo que la noche anterior descubrí con mi cuerpo ahora lo guardo con mis ojos, sus senos me atrapan y me conducen a la locura, no son muy voluptuosos pero lo perfectos para mí en ellos guarda la vida que algún día querré y el soporte para mis sollozos cuando no sé qué hacer.

Noto en mi boca el final de un vaso, me quedo atontado esperando encontrar más café en mi mano que ya dio a su final, aquella agonía que le alargue, torna dando fin a sus días en forma de café. Sin apartar la vista mirando aquella nada, me voy incorporando para llevar aquel vidrio en forma de vaso a la cocina, por el pasillo mi mente sigue en la habitación, no puedo comprender porque no paro de pensar, de imaginar, de soñar con aquel ángel tumbado en la cama. Inertemente al umbral de la cocina me enciendo un cigarro, el humo empieza a dibujar en el aire aquella silueta, cada bocanada de aire contaminado va formando aquella mujer, empezando por los pies y acabando en el último punto de mi vista, aquellos hipnóticos senos. Mientras se consume el cigarro en la habitación empieza a existir movimiento, un leve bostezo de la habitación camina por el pasillo en busca mía. Allí se queda el cigarro mirando mientras se consume la silueta de humo que dejo su rastro.

Allí estaba encima de la cama, mirando a la puerta, grandes ojos todavía adormilados, mirándome. Sin apartar la mirada de sus ojos empecé a andar hacia ella, con voz tímida me daba los buenos días a la par de incorporarse para desperezarse. Otra vez la imagen se sus senos a la vista, mas grandiosos aun, al extender los brazos y estirarse del letargo de la noche. Después de volver en mi me arrodille a los pies de la cama, con la mano derecha la acaricie el pelo mientras se lo apartaba de la cara, por fin, después de toda la mañana analizándola desde la silla cada milímetro de su cuerpo, he llegado a ver su cara. Nunca tanta belleza se ha visto junta, cara estilizada, labios carnosos destacando, ojos, bueno, ojos todavía a medio abrir. Me quede mirándola cada vez más cerca suyo, ella me lo decía todo con su mirada penetrante, solo supe acercarme a su oído y susurrarla: “Buenos días mi amor”, mientras pronunciaba la última palabra mis labios iban derechito a los suyos, cerrando el susurro en un beso de buenos días.

Después de volver a desayunar juntos en la cama, entre risas y juegos, toco separarse. Ella fue a la ducha dejando un aroma a pétalos a cada paso que daba. Yo me dirigí a la cocina, aprovechando que tenía que llevar los enseres del desayuno aproveche a malgastar mi salud entre humos. Mi cabeza tenía una disputa mental, nunca antes me había pasado eso, pensar tanto en una persona, quien sabe quién será la que estaba en la cama, Una más? La ultima? Un juego? Quien sabe las preguntas flotan en el ambiente dejándose ver a la vista de los demás, ese sentimiento nuevo o reencontrado, seguramente de aquella vez que renegué de él apartándolo en un húmedo cajón, pero ha vuelto a salir. Quien sería esa persona de la cama, que mis pensamientos atonta, mis ideas roba y de ilusiones me llena. Después de algún tiempo hablando, allí estaba, largo viaje para encontrarnos, pero ay estábamos yo en la cocina y ella en la ducha. Lo único claro es que el momento era ahora, no podía pararme a pensar, tenia en la otra punta de la casa una bella joven que me quería y quien sabe si no es ella la ultima, la manera es tirar a delante. Paso un rato de reloj, la conversación conmigo mismo ya a tocado su final, se hizo el silencio en mi cabeza.

Después de agonizar el último tiro de aquel cigarro me fui derecho a la ducha, donde estaba mi pequeña sirena. En vez de sorprenderse me invito a entrar con ella, fui sin pensarlo mucho. Ya una vez dentro, con aquella cortina de agua tibia regando nuestras cabezas, la dije al oído:

” ¿Te he dicho hoy que eres lo más bonito del mundo y lo que más quiero?”.

2 comentarios:

  1. Siempre llegas al final del relato y me sorprendes. Me ha gustado muchísimo, y te ha acercado a mí, que tanto te echo de menos.

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  2. Jajajaja, no se creo que las cosas no son como comienzan sino el final de ellas, entonces tiene que ser algo corto, directo y que resuma toda la historia, realmente con el titulo es lo que mas me suele costar poner el resto depende del dia de como me sienta. Referente al acercamiento ya sabeis sigo por aqui no me he muerto todavia que pa lo que querais aqui sigo. Un abrazo mu fuerte y axias por el comentario que me encanta que lo pongais.

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