jueves, 17 de diciembre de 2009

----- Caricia de Hielo -----



Bueno a continuación os dejo la segunda parte del cuento no sé si será la última entrega o no, espero que no sea así, espero que os guste, saludos, Iriaso…


" Era un día atípico para él… el cielo no estaba azul ni negro como a lo que estaba acostumbrado, tenía una tonalidad casi blanca. El frío helaba sus huesos y soplaba acariciándole la cara al mismo tiempo que se la quemaba.
Se encontraba en lo alto de un cerro, a los pies de unas viejas murallas derruidas por el paso de los años pero que ahí estaban después de todo ese tiempo y guerras allí vividas, en pie, enfrentándose a las hostilidades del tiempo.
Él, acurrucado en una fría piedra, no para de mirar al horizonte mientras su espalda se apoyaba en el muro de aquella construcción milenaria. Estaba triste y frío, no dejaba de observar a lo lejos dos viejos olmos sin hojas que se mecían por el viento y que le tenían embrujado con su bailoteo. De vez en cuando y por un instante, mientras se encendía un cigarro, su atención se iba a otro lado.
El frio cada vez iba a más, como si el mundo quisiera que él no estuviera allí pensando y desquiciado. De repente, algo empezó a desprenderse del cielo, eran pequeñas partículas blancas en forma de agua que se posaban en sus manos, él nunca había visto eso… eran copos de nieve.
Seguía sin inmutarse, solo fumaba y observaba a lo lejos aquellos dos olmos que cesaron de bailar para él y solo abrían sus ramas para vestirse de blanco inmaculado. Realmente se preguntaba en silencio que hacía allí, pasmado, embelesado y helado por la nieve, que poco a poco iba calando la ropa hasta llegar a su piel. En realidad necesitaba estar allí, a solas del mundo, parar aquella aguja del reloj que tanto le había quitado y poco le dio. Era su sitio de retiro, donde se ponía en contacto con sus pensamientos, donde aclaraba las cosas que no entendía, donde ningún edificio le rodeaba encogiendo su persona. Era allí donde algún día fue feliz, donde el tiempo se paró y seguía viéndose como aquel niño que solo sabía reír y disfrutar de la vida sin que nadie le truncara sus sueños. Era allí donde a la sombra de aquellos dos olmos soñaba en el mañana con sueños inalcanzables que a la razón enfrentaba, allí estaba pensando que todo aquello que le llenaba la visión era el responsable de haberle formado y empujado a crecer.
Le faltaba algo, se sentía solo y vacío… era ella, que esta vez no estaba a su lado, ni acurrucada, ni cogiéndole la mano en el camino. La había perdido. Por eso estaba allí, a ver si podía encontrarla de nuevo, pero no era más que alargar su agonía, ya que su corazón le decía que ella ya se había marchado. Intentaba comprender aquellas palabras que tuvieron, no le llegaban de nuevas, ya que, de vez en cuando entre risas y caricias en el cruce de sus ojos se habían escapado antes. Fue duro, no creía que el tiempo le jugara esa pasada tan pronto. Todavía guardaba esa chispa e ilusión por verla, por intentar conocerla, verla esa risa discreta, ese comentario que alegraba y arreglaba todo lo malo, ese beso al despertar y aquel de alegría por volver a estar a su lado. Fue poco tiempo desde que se conocieron pero muchos recuerdos, momentos y risas guardaron juntos.
Seguía dándole vueltas, no sabía lo que le pasaba, en otras ocasiones le faltaban demonios en su cabeza para expresar esa repulsa que había sentido. Esta vez era todo diferente, no tenía ningún motivo para enfadarse y quemarse por dentro, había sido algo que nunca tuvo, sólo guardaba momentos buenos en su cabeza, los malos fueron pocos, y ya quedan en el cajón de lo olvidado. Intentaba rescatarlos poco a poco pero era imposible, por más vueltas que le daba no podía, había algo que le decía que al igual que los copos de nieve no había nadie igual a ella. Era afortunado de haberla tenido cerca, de haber vivido todos esos momentos irrecuperables a su lado, de todas aquellas caricias únicas gracias, de haber entendido que lo bueno, si es breve da lo mismo, porque a su lado el tiempo se había detenido.
Alzó la vista por debajo de aquellos olmos, se dio cuenta que el lecho amarillento del invierno había quedado en un blanco impoluto. Su cuerpo estaba cubierto de nieve, solo le quedaban los ojos al descubierto. Estaba helado, pero no le importaba porque necesitaba seguir ahí sentado. Su corazón era duro como el hielo, aquellos soplos de viento lo habían convertido en una pequeña piedra helada, pero su cabeza le mandaba recuerdos. En el fondo de aquella basta capa todavía seguía una pequeña llamita humeando, alimentada por su cerebro, que llevaba en su base el nombre de quien él había amado. Esos momentos que conservaba con cariño, al volver a recordarlos, hacían que corriera por su rostro una lágrima cortante, la cual antes de llegar al suelo se había transformado en una brillante y perfecta gota de hielo.
Pasó la mañana con su tarde y el temporal no amainaba. El sol le decía adiós entre las colinas blanquecinas y daba paso a la noche. En ese momento se dio cuenta que por más que pensara no podía hacer nada, ahí seguiría esperándola para seguir a su lado. El día que una tímida llamada le diga ven, no titubeará y en seguida irá a su encuentro. Conservaba la esperanza que ese día llegase, ya había perdido todo lo demás…, sólo esperaba que aquella larga distancia se acortara y que los temores y barreras fueran sepultadas por el paso del tiempo.
Se levantó de un salto y comenzó a quitarse la capa que le cubría de nieve. Empezó a mirar al suelo buscando algo, de repente lo encontró, lo cogió y lo limpió un poco. Se puso mirando a la muralla donde había estado sentado aquel largo rato, tenía pensado dejar otra historia, eran unos versos para que los meciera el viento y se los entregara a ella. En la nieve quedo escrito:

“Dejaré de amarte el día que un pintor dibuje
el sonido de una lágrima al caer.”

4 comentarios:

  1. Sencillamente, precioso. Desde luego comprendo perfectamente al personaje, está tan bien escrito que te hace sentir en su pellejo. La última frase, además, es una pasada.

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  2. Gracias drea, esque si te as fijado en las dos partes del cuento acaban con una frase chula. Dicen k las kosas k salen del corazon y con cariño son las mejores por eso al cuento lo tengo tanto cariño, las demas entrada tamb las trato con cariño pero es diferente al cuento, espero que el resto lo disfrute como tu y como yo a la hora de escribirlo aunque alguna gota se escapo, un beso....

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  3. De todas las cosas que he leido y de las que he compartido contigo, creo que este cuento y el otro que le acompaña, es la historia de amor mas bonita que se puede escribir. Solo tu con tus palabras podrias expresar tan bien lo que es el amor y sufrimiento que se tiene al perderlo. un beso
    Enkarni

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  4. Me alagas, desde luego tu si que has leido y escuchado cosas mias, tantas horas y el querer saber de mi te ayuda a comprenderme bastante, porque me conoces demasiado, porque todas aquellas palabras que emos cruzado te puede comvertir a dia de hoy en una de las personas que mas me conocka. Realmente las historias son asi el sufrimiento y el placer todo entremezclado lo unico que nos tienen acostumbrados a que todo sea bonito cuando no lo es eso es una pena, nos aislan de la realidad.
    Me alegro que te haya gustado,besos y a ver si quedamos.

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